lunes, 28 de abril de 2014

TRISTE REALIDAD DE UN VARÓN QUE SE CONSIDERA MUJER

Como relata la crónica periodística, este caso sucedido en Córdoba, mueve a la compasión, pero también al rechazo de legislación y decisiones de gobierno que permiten lo que no es sino una mutilación de un cuerpo, para satisfacer un falso diagnóstico de disforía de género. La extirpación de los órganos masculinos y la implantación de órganos femeninos artificiales, nunca logrará que estos últimos funcionen con normalidad, y mucho menos que esta persona pueda concebir un hijo.
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Nati: Antes me insultaban, ahora me respetan

Por Miguel Ortiz

La Voz del Interior, 28-4-14


Diez años transcurrieron desde que Nati, junto a sus padres, decidieron comenzar a transformar el cuerpo masculino que había nacido en la mujer que ella no tenía duda de ser. Los informes de psi­cólogos, psiquiatras, sexólogos y médicos en general eran determinantes y coincidentes: padecía de un síndrome conocido como “disforia de género”.

Según la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), entre quienes sufren la patología se estimaba entonces un riesgo de suicidio del 82 por ciento.

Era la primera vez en el mundo que un matrimonio solici­taba autorización para que se realizara un “cambio de sexo” a su hijo menor de edad. Le llevó casi tres años a la familia conseguir que la Justicia atendiera su pedido. Cuando lo hizo, en pocos meses se ordenó la cirugía, concretada en diciembre de 2007, cuando tenía 17 años.

Desde Córdoba, Nati se transformó en un hito histórico para las cuestiones de género. El caso sentó precedentes en lo judicial y en lo científico, y en lo cul­tural abrió un debate que dentro y fuera de Argentina re­planteó conceptos como la identidad de género, la participación del Estado en los “nuevos de­rechos”, la tolerancia y la apertura a nuevas formas de vín­culos y de percepción de la problemática cuerpo-mente.

Luego de cinco años en Es­paña, Nati está de regreso en Argentina y decidida a insta­larse “por un tiempo” en su Villa Dolores.

Hoy, con 23 años y una femineidad plena, es artista plástica, tatuadora y sueña con ser actriz.

Luego de años de silencio (era menor de edad cuando se trami­taba su caso), habla por primera vez y de manera efusiva­, con tonada de matices transerranos y españoles. Lo hace con La Voz del Interior, y admite que ahora quiere “ser conocida”.

–¿Por qué?

–Antes era menor, me moría por tener el cuerpo que me correspondía, y la prensa a veces me hizo bien y a veces, no. Hoy estoy fuerte, creo que quien me quiera me va a querer como una mujer, y no me importa lo que diga la gente, antes estaba débil ante eso. Hoy quiero que sepan que soy feliz, que estoy bien y que le agradezco a Dios por mi familia y por mis amigos. Sé que para mis familiares no fue nada fácil aceptar el tema, había miedos internos y sociales que condicionaban.

–¿Por qué te fuiste lejos?

–Me fui a Sevilla porque necesitaba el anonimato, que nadie me señalara y que todos me vieran como a una mujer, y así fue. Hoy incluso aquí ya ven en mí a una mujer cualquiera. También quería olvidar...

–¿Olvidar qué?

–Mi disforia de género era muy intensa, sufría mucho. Me despertaba y me horrorizaba ante una erección, le tenía fobia a mi genitalidad. Fue horrible darme cuenta de que tenía un cuerpo que no me correspondía, pero peor todavía era el rechazo social, y el judicial, y hasta el de gente que yo quería. La Justicia me cortó la cabeza, por suerte el apoyo de mis padres me ayudó a vivir. Sentía que me condenaban por algo de lo que yo no tenía la culpa.

–Empezaste con tu transformación hormonal a los 13 años. ¿Cómo fue eso?

–Muy bien: empecé primero con antiandrógenos y luego con estrógenos. Nunca tuve ­barba, nunca tuve voz mascu­lina, mi femineidad se fue formando temprano. Encima me ayudó la genética: mi papá es bajito, mi madre es menuda, eso me ayudó a tener un cuerpo pequeño. Si no saben de mí, los chicos ni se dan cuenta. Hoy tengo una vida sexual como la de cualquier otra chica.

–¿Cómo encontrás al volver a la sociedad argentina y a la de tu ciudad natal?

–Más abierta, más diversa, más tolerante. No puedo creer, por ejemplo, que en Villa Dolores haya habido una marcha del orgullo gay, y que se haya convertido en una ciudad multicultural, hay una vibra muy buena. Antes me gritaban “puto” o “maricón”, ahora falta que me pidan autógrafos... Me dicen “Hola, Nati” con mucha onda, cuando antes me agredían o me decían que estaba buena, pero con piropos en plan machista.

–¿Creés que tu caso tuvo que ver con algunas leyes que luego aparecieron en Argentina, como la de género o la de matrimonio igualitario?

–No pensé que lo mío se iba a transformar en un caso conocido en el mundo. Con el tiempo he tomado conciencia de lo importante que fue, que sirvió para el debate para que mucha gente pudiera adecuar su sexo y mejorar su vida. Pero también para repensar sobre muchas cosas. Me alegra saber que pude ayudarme y ayudar a mis semejantes, aunque no me lo hubiese propuesto, yo sólo quería salir de mi infierno. Hoy hay niños y niñas que desde los 6 años pueden empezar a vestirse con la ropa adecuada a su género, y aplicarse hormonas después de la pubertad, eso es una bendición.

–¿Y cómo percibís que se portó Córdoba con tu caso?

–Creo que bastante bien, ­desde el gobierno hasta la so­ciedad. Quizá porque se buscaba lo políticamente correcto. Por ejemplo, en la elección del Cordobés del Año de La Voz del Interior en 2005 salí tercera en el voto de la gente, entre muchos personajes destacados. Y siempre me trataron con respeto, como a una dama.

Cronología de esta historia
Abril de 2003. Convencidos de que Nati padece disforia de género, sus padres comienzan a darle hormonas para que la virilidad no siga avanzando en su cuerpo.

Julio de 2004. Nati cumple 14 años en plena crisis emocional.

Octubre de 2004. Sus padres van a la Justicia solicitando que se autorice la adecuación sexual quirúrgica. Presentan calificados diagnósticos sobre la disforia de género de su hijo.

Noviembre de 2004. El juez Rodolfo Álvarez ­rechaza “in limine” el pedido afirmando que la ­potestad de los padres no es suficiente para autorizar una intervención “irreversible”.

Junio de 2005. Los padres apelan la causa ante la Cámara Civil y Comercial de Villa Dolores. El estado emocional de Nati se agrava.

Octubre de 2005. Ante una nueva negativa de la Justicia, los padres deciden hacer público el caso a través de La Voz del Interior. Se conoce que es el primero en el mundo donde los padres piden la adecuación sexual de su hijo menor.

Diciembre de 2005. Nati y sus padres reciben el apoyo de distintas entidades del mundo que se ocupan de la disforia de género. En la votación popular para la elección del “Cordobés del Año”, de este diario, Nati obtiene el tercer lugar.

Julio de 2006. El Superior Tribunal de Justicia de la Provincia le ordena a los tribunales de Villa Dolores tratar el caso. Los especialistas advierten que la vida de Nati corre peligro. Mientras, el caso se sigue difundiendo en el mundo y es objeto de estudio de prestigiosos especialistas.

Agosto de 2007. Un Comité Consultivo y Bioético creado a instancias del Poder Judicial de ­Córdoba recomienda la adecuación física y legal de Nati, considerando que sufre “una enfermedad grave”.

Septiembre de 2007. El juez Álvarez ordena la cirugía y un nuevo DNI. Apross, obra social a la que pertenece la madre de Nati, decide cubrir los gastos de la cirugía.

Diciembre de 2007. El urólogo Cesar Fidalgo realiza la cirugía en una clínica de La Plata.

Diciembre de 2008. Nati concluye sus estudios secundarios en el Cenma de Villa Dolores. Luego, empieza a cursar Bellas Artes en esta ciudad.

Marzo de 2009. Con su familia se traslada a ­España, donde estudia teatro, artes visuales y ­tatuaje.


Abril de 2014. Nati regresa a Argentina y decide instalarse nuevamente en Villa Dolores.

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