Como relata la crónica periodística, este caso sucedido en Córdoba, mueve a la compasión, pero también al rechazo de legislación y decisiones de gobierno que permiten lo que no es sino una mutilación de un cuerpo, para satisfacer un falso diagnóstico de disforía de género. La extirpación de los órganos masculinos y la implantación de órganos femeninos artificiales, nunca logrará que estos últimos funcionen con normalidad, y mucho menos que esta persona pueda concebir un hijo.
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Nati: Antes me
insultaban, ahora me respetan
Por Miguel Ortiz
Diez años
transcurrieron desde que Nati, junto a sus padres, decidieron comenzar a
transformar el cuerpo masculino que había nacido en la mujer que ella no tenía
duda de ser. Los informes de psicólogos, psiquiatras, sexólogos y médicos en
general eran determinantes y coincidentes: padecía de un síndrome conocido como
“disforia de género”.
Según la Comunidad Homosexual
Argentina (CHA), entre quienes sufren la patología se estimaba entonces un
riesgo de suicidio del 82 por ciento.
Era la primera vez en
el mundo que un matrimonio solicitaba autorización para que se realizara un
“cambio de sexo” a su hijo menor de edad. Le llevó casi tres años a la familia
conseguir que la Justicia
atendiera su pedido. Cuando lo hizo, en pocos meses se ordenó la cirugía,
concretada en diciembre de 2007, cuando tenía 17 años.
Desde Córdoba, Nati
se transformó en un hito histórico para las cuestiones de género. El caso sentó
precedentes en lo judicial y en lo científico, y en lo cultural abrió un
debate que dentro y fuera de Argentina replanteó conceptos como la identidad
de género, la participación del Estado en los “nuevos derechos”, la tolerancia
y la apertura a nuevas formas de vínculos y de percepción de la problemática
cuerpo-mente.
Luego de cinco años
en España, Nati está de regreso en Argentina y decidida a instalarse “por un
tiempo” en su Villa Dolores.
Hoy, con 23 años y
una femineidad plena, es artista plástica, tatuadora y sueña con ser actriz.
Luego de años de
silencio (era menor de edad cuando se tramitaba su caso), habla por primera
vez y de manera efusiva, con tonada de matices transerranos y españoles. Lo
hace con La Voz
del Interior, y admite que ahora quiere “ser conocida”.
–¿Por qué?
–Antes era menor, me
moría por tener el cuerpo que me correspondía, y la prensa a veces me hizo bien
y a veces, no. Hoy estoy fuerte, creo que quien me quiera me va a querer como
una mujer, y no me importa lo que diga la gente, antes estaba débil ante eso.
Hoy quiero que sepan que soy feliz, que estoy bien y que le agradezco a Dios
por mi familia y por mis amigos. Sé que para mis familiares no fue nada fácil
aceptar el tema, había miedos internos y sociales que condicionaban.
–¿Por qué te fuiste
lejos?
–Me fui a Sevilla
porque necesitaba el anonimato, que nadie me señalara y que todos me vieran
como a una mujer, y así fue. Hoy incluso aquí ya ven en mí a una mujer
cualquiera. También quería olvidar...
–¿Olvidar qué?
–Mi disforia de
género era muy intensa, sufría mucho. Me despertaba y me horrorizaba ante una
erección, le tenía fobia a mi genitalidad. Fue horrible darme cuenta de que
tenía un cuerpo que no me correspondía, pero peor todavía era el rechazo
social, y el judicial, y hasta el de gente que yo quería. La Justicia me cortó la
cabeza, por suerte el apoyo de mis padres me ayudó a vivir. Sentía que me
condenaban por algo de lo que yo no tenía la culpa.
–Empezaste con tu
transformación hormonal a los 13 años. ¿Cómo fue eso?
–Muy bien: empecé
primero con antiandrógenos y luego con estrógenos. Nunca tuve barba, nunca
tuve voz masculina, mi femineidad se fue formando temprano. Encima me ayudó la
genética: mi papá es bajito, mi madre es menuda, eso me ayudó a tener un cuerpo
pequeño. Si no saben de mí, los chicos ni se dan cuenta. Hoy tengo una vida
sexual como la de cualquier otra chica.
–¿Cómo encontrás al
volver a la sociedad argentina y a la de tu ciudad natal?
–Más abierta, más
diversa, más tolerante. No puedo creer, por ejemplo, que en Villa Dolores haya
habido una marcha del orgullo gay, y que se haya convertido en una ciudad
multicultural, hay una vibra muy buena. Antes me gritaban “puto” o “maricón”,
ahora falta que me pidan autógrafos... Me dicen “Hola, Nati” con mucha onda,
cuando antes me agredían o me decían que estaba buena, pero con piropos en plan
machista.
–¿Creés que tu caso
tuvo que ver con algunas leyes que luego aparecieron en Argentina, como la de
género o la de matrimonio igualitario?
–No pensé que lo mío
se iba a transformar en un caso conocido en el mundo. Con el tiempo he tomado
conciencia de lo importante que fue, que sirvió para el debate para que mucha
gente pudiera adecuar su sexo y mejorar su vida. Pero también para repensar
sobre muchas cosas. Me alegra saber que pude ayudarme y ayudar a mis
semejantes, aunque no me lo hubiese propuesto, yo sólo quería salir de mi
infierno. Hoy hay niños y niñas que desde los 6 años pueden empezar a vestirse
con la ropa adecuada a su género, y aplicarse hormonas después de la pubertad,
eso es una bendición.
–¿Y cómo percibís que
se portó Córdoba con tu caso?
–Creo que bastante
bien, desde el gobierno hasta la sociedad. Quizá porque se buscaba lo
políticamente correcto. Por ejemplo, en la elección del Cordobés del Año de La Voz del Interior en 2005 salí
tercera en el voto de la gente, entre muchos personajes destacados. Y siempre
me trataron con respeto, como a una dama.
Cronología de esta
historia
Abril de 2003.
Convencidos de que Nati padece disforia de género, sus padres comienzan a darle
hormonas para que la virilidad no siga avanzando en su cuerpo.
Julio de 2004. Nati
cumple 14 años en plena crisis emocional.
Octubre de 2004. Sus
padres van a la Justicia
solicitando que se autorice la adecuación sexual quirúrgica. Presentan
calificados diagnósticos sobre la disforia de género de su hijo.
Noviembre de 2004. El
juez Rodolfo Álvarez rechaza “in limine” el pedido afirmando que la potestad
de los padres no es suficiente para autorizar una intervención “irreversible”.
Junio de 2005. Los
padres apelan la causa ante la
Cámara Civil y Comercial de Villa Dolores. El estado
emocional de Nati se agrava.
Octubre de 2005. Ante
una nueva negativa de la
Justicia , los padres deciden hacer público el caso a través
de La Voz del
Interior. Se conoce que es el primero en el mundo donde los padres piden la
adecuación sexual de su hijo menor.
Diciembre de 2005.
Nati y sus padres reciben el apoyo de distintas entidades del mundo que se
ocupan de la disforia de género. En la votación popular para la elección del
“Cordobés del Año”, de este diario, Nati obtiene el tercer lugar.
Julio de 2006. El
Superior Tribunal de Justicia de la Provincia le ordena a los tribunales de Villa
Dolores tratar el caso. Los especialistas advierten que la vida de Nati corre
peligro. Mientras, el caso se sigue difundiendo en el mundo y es objeto de
estudio de prestigiosos especialistas.
Agosto de 2007. Un
Comité Consultivo y Bioético creado a instancias del Poder Judicial de Córdoba
recomienda la adecuación física y legal de Nati, considerando que sufre “una
enfermedad grave”.
Septiembre de 2007.
El juez Álvarez ordena la cirugía y un nuevo DNI. Apross, obra social a la que
pertenece la madre de Nati, decide cubrir los gastos de la cirugía.
Diciembre de 2007. El
urólogo Cesar Fidalgo realiza la cirugía en una clínica de La Plata.
Diciembre de 2008.
Nati concluye sus estudios secundarios en el Cenma de Villa Dolores. Luego,
empieza a cursar Bellas Artes en esta ciudad.
Marzo de 2009. Con su
familia se traslada a España, donde estudia teatro, artes visuales y tatuaje.
Abril de 2014. Nati
regresa a Argentina y decide instalarse nuevamente en Villa Dolores.
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