Joe Allen:
«Nuestras élites quieren vivir para siempre»
(InfoCatólica)
19-12-22
En un artículo
reciente en su substack, el escritor estadounidense Joe Allen, experto en
transhumanismo, lanza con lucidez y humor irónico una alerta sobre los peligros
de la búsqueda de la inmortalidad por medio de la tecnología.
Allen comienza su
reflexión afirmando que los creyentes superan el miedo a la muerte por su fe en
la resurrección o la reencarnación. Para ellos, «el misterio de la muerte es un
rito de paso». En cambio, explica Allen, «para el materialista, solo existe
este mundo, más allá del cual los que mueren encuentran la aniquilación total.
El cerebro se disuelve en la negra nada. La conciencia se detiene con el Gran Cero
al final de nuestras vidas. Y a todos los seres sensibles y todo recuerdo de
nuestra existencia les espera el Gran Cero al final del universo.»
A los que están
«revolcándose en este trance de dolor», dice el autor, el transhumanismo les
«ofrece una salvación sintética por medio de tres métodos básicos: la
bio-longevidad, la continuidad biónica y la inmortalidad digital. La genómica
detendrá el envejecimiento en el nivel celular. La biónica mantendrá el cuerpo
funcionando con piezas de repuesto. Y una vez que la inteligencia artificial
esté suficientemente avanzada, las cargas mentales permitirán la comunión
eterna con las deidades digitales que los técnicos están ocupados en crear.»
Allen cita una
declaración de Jared Kushner, yerno de Donald Trump: «Creo que hay una buena
probabilidad de que mi generación sea… la primera que viva para siempre o bien
la última que va a morir.»
Allen comenta:
«Kushner no está solo. Muchos en nuestras crédulas élites, desde Wall Street
hasta el Foro Económico Mundial, han sido atrapados por una tecno-religión. Sus
sacerdotes laicizados son los científicos y futuristas que impulsan terapias
genéticas radicales, interfaces cerebro-computadora y diversos dispositivos de
registros vitales. A medida que la tecnología se vuelve cada vez más
sofisticada, podemos estar seguros de que cada ateo… será presa de esta estafa
cósmica. ¿Y los que no puedan pagarla? Bueno, ya se sabe que sólo hay un
espacio limitado en el bote salvavidas.»
Bio-longevidad
El primer método
para demorar la muerte es preservar el cuerpo en el nivel celular. Allen lo
presenta así: «Una línea de ataque propuesta es corregir los genes defectuosos
y desactivar los programas de autodestrucción innatos de la célula. Con el
descubrimiento del complejo CRISPR-Cas9 en 2012, los genetistas tienen ahora el
poder de eliminar más fácilmente los genes defectuosos e incluso insertar
códigos genéticos nuevos y superiores.»
El autor informa
que un decreto del Presidente Joe Biden (la Iniciativa Nacional de
Biotecnología y Bio-fabricación) asignó 2.000 millones de dólares a proyectos
de «alto riesgo y alta recompensa» para «escribir circuitos para células y
programar biología de manera predecible de la misma manera en que escribimos
software y programamos computadoras».
Luego Allen cita a
un alto ejecutivo de Google: «Evitando el 90 % de los problemas médicos»,
escribió Ray Kurzweil en La Singularidad está cerca, «la esperanza de vida
aumenta a más de 500 años. En el 99 %, tendríamos más de mil años».
Allen comenta:
«Inspirados por este tipo de fantasía estadística, los oligarcas de las grandes
compañías tecnológicas están vertiendo miles de millones [de dólares] en varios
laboratorios de extensión de la vida… Según todas las apariencias, los
multimillonarios temen a la muerte como si les aguardara el infierno, y pagarán
cualquier cantidad para evitarla. Si tienes suerte, también tú podrías agregar
algunos años a tu vida a través del goteo de la inmortalidad. Si estas terapias
genéticas y órganos impresos en 3D no logran que tu esqueleto siga
arrastrándose, siempre hay médicos criónicos que te congelarán justo antes de
que mueras y luego te descongelarán una vez que estos transhumanistas
finalmente se organicen.»
Continuidad
biónica
El segundo método
es reemplazar los tejidos y órganos averiados con repuestos mecánicos. El autor
señala que ya hacemos esto con los marcapasos, los implantes cocleares o
dentales, toda la industria de la cirugía plástica, etc. Empero, los
transhumanistas pronostican un día cercano, dice Allen, «en el que prótesis más
avanzadas ofrecerán una funcionalidad superior, incluida la función cerebral.
Tendremos navajas suizas para los dedos y genitales artificiales versátiles,
algo así como los de los transexuales de hoy, pero presumiblemente mucho
mejores. Más le vale a cualquiera con perspectivas de inmortalidad esperar que
eso sea así. A medida que nos precipitamos hacia esta pesadilla en el siglo
XXI, los futuristas afirman que pronto será posible modelar todo el cerebro
humano –hasta el último patrón de pensamiento electroquímico– usando
inteligencia artificial [IA]. El gurú transhumanista Ray Kurzweil predice que
esto se logrará para 2029. (No está claro si será a principios de año o justo a
tiempo para Navidad).»
Continúa Allen:
«Siguiendo una plantilla digital creada por IA, los médicos reemplazarán
nuestras neuronas moribundas con neuronas artificiales. Poco a poco, nuestros
cerebros de carne se transformarán en un entramado de transistores
ultrarrápidos. Es una mente-cerebro mejorada que podría durar para siempre, así
que asegúrate de obtener una garantía. Sin embargo, ¿este monstruo mecánico
seguirías siendo tú? La idea es que un patrón es un patrón, y el «alma» humana
es solo un patrón de información. No importa cuál sea el medio. Piénsalo de
esta manera: si reemplazaras cada hilo de un suéter, hebra por hebra, con lana
artificial, todavía se sentiría como el mismo viejo suéter. Quizás incluso
mejor. Por supuesto, estas neuronas artificiales aún no han sido desarrolladas
–ni siquiera se está cerca de ello–, pero lo serán algún día. Ya lo verás. Ten
un poco de fe. Los científicos están trabajando duro. Es una inversión sólida.»
Inmortalidad
digital
El tercer método
para alcanzar la vida cuasi-eterna es básicamente el lado digital de la
continuidad biónica. «En lugar, o además, de reemplazar las neuronas con
neuronas artificiales», dice Allen, «la mente será cargada gradualmente en una
computadora, donde los patrones de la personalidad de uno pueden ser sepultados
a perpetuidad. Los transhumanistas se deleitan en señalar que ya lo estamos
haciendo. Todos, desde los niños pequeños hasta los viejos decrépitos, están
alimentando su yo interior en Google, Facebook, Amazon, Microsoft, Apple, los
buitres de datos de terceros y cualquier agencia de inteligencia con acceso de
puerta trasera a estas empresas. Quizás algún día ellas nos vuelvan a vender
nuestros gemelos digitales para que podamos habitar en nuestros espectros
virtuales.»
Allen cita una vez
más a Ray Kurzweil: «Actualmente, cuando nuestro hardware humano falla, el
software de nuestras vidas –nuestro «archivo mental» personal– muere con él.
Sin embargo, este no seguirá siendo el caso cuando tengamos los medios para
almacenar y restaurar los miles de billones de bytes de información
representados en el patrón que llamamos nuestros cerebros».
Kurzweil cree que
los nanobots inyectables son la clave de este proceso de carga. Estos robots
microscópicos viajarán a través del cerebro, mapeando cada neurona y sinapsis,
creando un facsímil perfecto del «alma» en una computadora. «En otras
palabras», explica Allen, «con una vigilancia suficientemente detallada,
nuestros datos personales pueden ser procesados a través de inteligencia
artificial para crear un «alma» in silico nueva y más duradera. Habiendo sido bautizado
en ondas electromagnéticas, te convertirás en tu fantasma digital, flotando
para siempre entre los ángeles de la IA.»
Así que quieres
vivir para siempre. Buena suerte con eso
Allen sostiene que
la humanidad se compone de tres elementos primarios: el espiritual, el
biológico y el tecnológico. «En el mejor de los casos», afirma, «somos almas
eternas guardadas como reliquias en cuerpos, con herramientas extremadamente
poderosas en nuestras manos. En el peor, somos monos torpes en la Máquina. A
medida que la cosmovisión materialista erosiona nuestra conciencia espiritual,
nos quedamos sin nada más que cuerpos mortales. Cuando Dios está muerto, la
tecnología es exaltada como el poder más alto, que sostiene la promesa de WiFi
gratuito y salvación sintética. La ilusión de la inmortalidad física... está
capturando la imaginación de nuestras élites. No hace falta ser un genio
matemático para darse cuenta de que si realmente logran vivir para siempre, y
el planeta tiene un espacio y recursos finitos, algunos de nosotros tendremos
que convertirnos en abono para sus jardines biomecánicos.»
«Dios no será
burlado», concluye Allen. «Y tampoco la Madre Naturaleza. Estoy seguro de que,
en el transcurso del tiempo, cada cyborg multimillonario y cada carga
semi-retardada habrá abandonado este despojo mortal [alusión a Shakespeare,
Hamlet, Acto III, Escena IV]. Desafortunadamente, también sospecho que ellos
empujarán alegremente al resto de nosotros fuera del escenario mientras hacen
su baile apocalíptico.»
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