es el campeón mundial de la eutanasia, hay una
cultura de la muerte”
Claudia Peiró
Infobae, 21 Nov,
2025
Jérôme
Blanchet-Gravel es un periodista canadiense, de Québec, el Canadá francés, jefe
de redacción de Libre Média, un sitio de noticias independiente.
Está de paso por
Buenos Aires junto con un colega con el propósito de hacer un documental sobre
la Argentina tras dos años de gobierno de Javier Milei, un personaje que, dice,
despierta mucho interés en el público canadiense y también francés al que se
dirige su medio.
Pero también le
interesa exponer la situación de Canadá, país afectado, como Europa, por una
inmigración descontrolada que pone en jaque la unidad cultural y la convivencia
social.
Algunas de las
políticas que se aplican hoy en su país son anticipo de lo que, quizás, nos
espera, como la legalización de la eutanasia y las consecuencias de su
aplicación, pero en otras no les vamos muy en saga: las políticas de género y
la victimización identitaria son las mismas que allá campean en todos los
ámbitos publicos y que tienen su usina en las universidades, cada vez más
ganadas por el discurso único de la ultra corrección política y la censura y
auto censura de todo pensamiento crítico.
Particularmente
impactantes son los efectos de la aplicación de la llamada Medical Assistance
in Dying (MAID), o asistencia médica para morir, al punto que muchos ven un
reisgo cierto de que la eutanasia se convierta en una solución a la angustia.
Leglizada desde desde 2016, con el correr de los años se han ido levantando
barreras y, por ejemplo, ya no es necesario un diagnóstico terminal para
acceder a ella.
Un tema que
concierne especialmente a las personas de edad más avanzada, pero no sólo a
ellos. Porque la forma en que una sociedad trata -o destrata- a sus mayores,
dice mucho de su espíritu y cohesión.
Blanchet-Gravel es
autor de varios libros, entre ellos, La face cachée du multiculturalisme (La
cara oculta del multiculturalismo, 2018), Un Québécois à Mexico (Un quebequense
en México, 2021) y Douze propositions pour un Québec vivant (Doce propuestas
para un Québec vivo, 2025), entre otros. Ha publicado artículos en medios de su
país, como La Presse et Le Devoir, de Francia - Causeur, Le Figaro y Conflits-,
en la edición del Huffington Post Maghreb y en El Imparcial de México.
— ¿Cuál es el
objeto de tu venida a Buenos Aires?
— Vamos a grabar
un documental sobre la Argentina de Milei con Libre Média. Nos interesa el
laboratorio argentino, con este personaje que fascina también al público
canadiense de derecha y al francés, porque tenemos también un público en
Francia, estamos culturalmente cerca de Francia. Hay un público francófono que
se interesa mucho en el fenómeno Milei.
— ¿Ves algún
paralelo entre lo que está pasando en Canadá y lo que pasa en Argentina?
— Tal vez que nos
gustaría tener un Milei también, de una cierta manera.
— Lo que creo que
les gustaría es que el wokismo, este avance de las políticas identitarias y
fragmentadoras de la sociedad, se termine o encuentre un freno.
— Menos Estado en
todo: eso es lo que queremos. La expansión del Estado en Canadá ha sido una
locura. Es un Estado monstruo, con muchísimos funcionarios. Y la economía no
está tan fuerte ahora mismo en Canadá. Hay una baja de productividad, hay una
flojera colectiva.
— Ese Estado
gigante, ¿es algo reciente o ha sido así históricamente en Canadá?
— Ambas cosas,
pero desde la pandemia es peor. Contrataron a muchos empleados y aprovecharon
la pandemia para reducir las libertades de la población. Y ha quedado un poco
este espíritu, este ambiente de la pandemia en Canadá. En el plano ideológico,
más Estado, más control de los medios, más control del discurso público por
parte de las autoridades. Eso lleva a reducir las libertades fundamentales de
los canadienses. Y desde medios como el nuestro, Libre Média, y desde una
cierta derecha, estamos luchando para recuperar nuestros derechos. Tampoco es
una autocracia, no es una dictadura. Es un Estado que los otros gobiernos del
continente no deben imitar. El Primer Mundo vive una gran decadencia en el
plano moral. Podemos hablar de la eutanasia, del aborto también, que es casi
una cultura. Ya no es solamente una práctica ocasional, es una cultura.
— ¿Qué pasa con la
libertad de expresión? ¿Hay un pluralismo de medios en Canadá?
— Los medios
tradicionales están perdiendo cada vez más público. Hay una crisis de los
medios en general. Y hay una nueva generación de medios como el nuestro que
están ganando un mercado. Durante la pandemia, vuelvo siempre a la pandemia
porque fue un momento histórico importante, los medios tradicionales se
convirtieron en herramienta de propaganda del gobierno. Y hay una ruptura
creciente entre una parte de la población y estos medios que no permiten
realmente una pluralidad, una diversidad de opiniones en el espacio público.
Pero hay esperanza, porque estos medios son cada vez menos populares.
— La inmigración,
¿representa un problema sociocultural como sucede en muchos países de Europa?
— Sí, a un nivel
increíble. Canadá es el laboratorio, no solamente del wokismo, sino de la
inmigración masiva, que es parte del wokismo. Tenemos migrantes de todas las
regiones del mundo, de todo el planeta. Pero ya sabemos que hay un grupo más
problemático, que son las personas de confesión musulmana. No es una población
compatible en el plano cultural, religioso, con las democracias occidentales.
Tenemos muchos latinos también, pero ellos comparten nuestros valores
cristianos. El problema en Canadá es que en nuestra constitución, desde 1982, está
lo que llamamos el multiculturalismo, que promueve la diversidad cultural.
Entonces, es casi una religión de Estado el multiculturalismo. Y el Estado usa
el dinero público, la plata de los contribuyentes, para promover esta ideología
que lleva a una cierta segregación también, a una separación entre los grupos.
Está el barrio de los musulmanes, el barrio chino…
— Guetos. Lleva a
la fragmentación de la sociedad.
— Por eso el
mensaje que podemos dar, que a veces yo llevo por el mundo hispano, es que no
tienen que imitar a los gobiernos progresistas del llamado Primer Mundo. En el
plano de la inmigración masiva es una locura increíble. Estamos perdiendo
nuestra cultura. Hay realmente un cambio radical de población. Casi podríamos
hablar a largo plazo de un cierto genocidio cultural. Porque los niveles de
inmigración en Canadá están descontrolados.
— ¿De qué números
estamos hablando?
— Casi medio
millón de personas por año entran a Canadá. Somos cuarenta millones de
canadienses.
— ¿De qué países
vienen principalmente?
— Hay que
diferenciar entre el Canadá inglés y el francés. En el Canadá inglés, tienen
más bien una migración del ex imperio británico. Pakistán, India… Nosotros en
Quebec, como tenemos criterios lingüísticos para preservar el francés, seleccionamos
inmigrantes...
— De países
francófonos.
— Sí, es decir,
del norte de África. Que son musulmanes. Entonces, en el plano cultural no
funciona. Y lo que estoy diciendo ahora aquí, en Infobae, en los medios de
Canadá…
— No se puede
decir.
— No mucho. Tienes
que usar otras palabras, ser muy suavecito.
— Esa es otra
sorpresa de estos tiempos: el ánimo censurador que tiene la izquierda.
— Ánimo, me gusta
la palabra.
— Cuando la
izquierda está en el llano, reclama libertad de expresión. Pero cuando llega al
poder, de inmediato, clausura, cancela, siempre en nombre del bien. Una censura
buena.
— Sí, hay también
una autocensura muy fuerte. Imposible decir cuántas veces nos acusaron de
racistas por lo que estamos diciendo. Racistas, xenófobos, es un festival de
etiquetas. Solamente señalar las incompatiblidades con la democracia occidental
es herético.
— Bueno, está el
tema del trato a la mujer, que debería ser una barrera, una alerta. Porque si
la mujer es libre en una cultura, es en la cultura occidental. Y con los mismos
derechos que el hombre.
— Es muy
contradictorio el wokismo. Sabemos que el movimiento LGBT en Palestina no
podría sobrevivir.
— Cambiando de
tema. He estado leyendo sobre la aplicación de la ley de eutanasia en Canadá cosas
muy alarmantes.
— Sí, Canadá es el
campeón mundial de la eutanasia. Quebec especialmente. Hay una cultura de la
muerte. Un ambiente muy oscuro, y una presión ahora social y estatal. Una
presión para promover la eutanasia. Por ejemplo, trabajadores sociales que van
a ver a gente que tiene, por ejemplo, una discapacidad, o que son muy viejitos
o tienen depresión o ansiedad. Y el trabajador social va a proponer la
eutanasia a la persona que tiene que cuidar, no que tiene que matar. Es una
decadencia moral increíble. Es un declive moral. Un declive cultural. Sí, hay
una cultura de la muerte en Canadá. Se promueve de esa manera desde el aborto a
la eutanasia. Es un continuum.
— Lo que no se
entiende es que legalizar algo no es sólo permitirlo en casos excepcionales,
sino habilitar su promoción. Si algo es autorizado por ley, es positivo.
— Sí, empiezan
diciendo: es solo para algunos casos muy especiales. No vamos a extenderla. Es
solo par personas que sufren muchísimo, pero bastaron unos años, o tal vez unos
meses, para pasar de eso a esto. Entonces, no, es algo que nunca debe empezar.
Y ahora el Estado se dio cuenta de que va a ahorrar muchísimo dinero con eso.
Miles de millones va a ahorrar el Estado matando a su propia población. Va a
ser también una manera de bajar la presión sobre el sistema de salud. Ya lo
están haciendo. Los países que se dicen del primer mundo empezaron a matar a su
propia población vieja para ahorrar plata. Y esto no se puede decir en los
medios. Lo digo hoy acá en español, y en mi propio medio tratamos el tema, pero
hay un consenso muy fuerte: no puedes criticar eso. Tú quieres que la gente
sufra. Si tú dices eso, estás en favor del sufrimiento de la gente. ¿Ya se
escucha eso también aquí?
— Sí, por
supuesto. “Vos querés que sufran”. Y el eufemismo de la muerte digna. ¿La otra
muerte no es digna? ¿Lo único digno es elegir el suicidio? Otro tema que me
sorprendió de Canadá es el vínculo entre la eutanasia y la donación de órganos.
Es decir, se está deliberadamente yendo a buscar a los candidatos a eutanasia
para decirles: “Además, podés hacer un bien donando tus órganos”.
— Claro, eso ya
está. Es una herramienta de mejoramiento del sistema. Es eficientizar el
sistema. Pero no se discute eso en los medios tradicionales. No se va a abrir
la discusión. Y va a empeorar, no sé hasta dónde vamos a llegar...
— ¿No existen
denuncias de asociaciones humanitarias que lleven este tema a la justicia?
¿Cómo puede ser que se incite a una persona a la eutanasia porque se necesitan
sus órganos?
— El discurso es:
“Deberías pensar en la eutanasia porque vas a ayudar a otra persona a vivir. Tú
te vas a matar para que otro viva”. Es el nuevo discurso. Salvar vidas
matándote. Es una paradoja bien interesante también. Qué extraño.
— Te preguntaba si
había alguna reacción de la sociedad civil frente a esto.
— Muy poca.
Primero, hay muy poca sociedad civil en Quebec. Entre el individuo y el Estado,
no hay casi nada. Hablo de eso en un libro que publiqué recientemente. La
ausencia de sociedad civil, debido también a la ausencia de religión, porque
antes eran los organismos religiosos cristianos los que tenían esta función en
la sociedad, de defender la vida, y ahora no hay nada de eso. O muy pocos
grupos, pero están muy marginados. Se los acusa de ser de extrema derecha.
— Reaccionarios.
— Reaccionarios,
tradicionalistas, católicos. En todo lo que es el tema religioso también hay
una censura muy grande. Una ministra intervino para hacer cancelar una
conferencia de cristianos. Hay historias así. Estamos cancelando el
cristianismo, mientras damos la bienvenida a los otros. Los musulmanes son muy
libres, pueden expresar su fe hasta en las calles de Montreal. Ellos pueden
rezar afuera de la Basílica de Montreal. Pero el catolicismo no, no, eso es de
extrema derecha. Eso es el Canadá hoy. Tenemos que denunciar eso.
— Es impactante.
— Pues me enojo un
poquito.
— Originalmente
Canadá ¿era un país católico o protestante?
— Los franceses
somos católicos, y los ingleses, protestantes.
— ¿Y qué ha pasado
con las iglesias?
— Lo que pasó en
Quebec es que el Estado tomó el lugar de la Iglesia. Y por eso ahora el
gobierno es sagrado. Un colega, Francis Denis, escribió un libro sobre este
proceso [Une révolution pour rien. La permanence religieuse dans l’histoire du
Québec moderne]. El Gobierno tomó los ámbitos de la Iglesia, de la salud... Es
como si la Iglesia hubiera dejado de ser tal. Tampoco reaccionó mucho. Y la
ausencia de religión contribuye a que no haya sociedad civil en Québec. Lo digo
de nuevo, entre el Estado y el individuo no hay nada. Y eso es muy
problemático, porque tenemos que llenar este vacío, de alguna manera; si no, no
hay verdadera autonomía de la gente. Es peligroso eso.
— Ya lo creo. Leí
que uno de cada tres canadienses veía aceptable la eutanasia por problemas de
pobreza. Es decir, para una persona sin techo, sin familia. ¿Es efectivamente
así?
— Ya empezaron...
ya abrieron la puerta a estas prácticas que se supone son progresistas.
Imagínate, hablamos de progreso.
— ¿Realmente hubo
una encuesta que daba ese porcentaje de gente a la que le parecería bien que un
indigente se someta a eutanasia nada más que por ser indigente?
— Sí, del National
Post. Pero lo más increíble es que esa gente no tiene consciencia de su
decadencia moral. No hay rebeldía contra eso. La verdad es que hay mucha gente
a la que le encanta eso. Hay muchos viejitos que, tenemos que admitirlo, que
dicen: “Ay, mi fecha, voy a ver, me voy a matar este o este día”. Ya están
organizando su muerte. Me pregunto si detrás de eso no hay como un miedo a la
muerte. Quieren controlar todo, hasta su propia muerte. Es la obsesión del
control.
— No hay una
aceptación del destino.
— Exacto. Quieren
escoger hasta la fecha de su propia muerte. Todo bien planeado, cuadrado, ese
pensamiento bien higienista de Canadá. Sociedad muy higienista.
— Son formas de
eugenesia que hasta hace un tiempo nos escandalizaban y considerábamos de
tiempos pasados.
— Y el Estado
tiene demasiado poder. Imagínense todo el poder que le damos al Estado y a los
médicos. Es una médicocracia. El poder de los médicos, el poder de la salud.
Hay un vínculo también con la pandemia, toda esta obsesión por la salud
pública, la higiene, social y bacteriológica...
— Recientemente
hubo elecciones en Canadá, supuestamente iba a ganar la derecha. Pero la
política comercial de Trump vio vuelta la tendencia. ¿Se trata de una derecha
antiwoke?
— Es una derecha
muy moderada. No tenemos realmente derecha en Canadá, y menos en Quebec. Pero
conocimos un casi golpe de Estado con la llegada de Mark Carney. Es alguien que
era totalmente desconocido del público canadiense. Fue elegido como primer
ministro designado, es decir, sin votación. Y después. bueno…
— Por la renuncia
de Trudeau.
— Exactamente. Es
un puro oligarca, un banquero, con muchos millones. Todo lo contrario, se
supone, de la izquierda, pero la izquierda lo aceptó, lo celebró. Y los medios
de comunicación tradicionales de nuevo hicieron la propaganda del Partido
Liberal. El Partido Liberal en Canadá es como el PRI en México, es casi un partido
de Estado. Es decir, que hay una casi fusión entre el Partido Liberal y los
ministerios. Es lo que llamamos en inglés el Estado profundo.
— ¿No hay una
fuerza que represente la oposición a esto?
— Los medios
independientes, la nueva generación de medios.
— ¿Pero nada a
nivel de partidos?
— Quedan los
conservadores de Ottawa, pero tienen tanta dificultad para retener el poder...
Sólo son como un paréntesis de la historia. Es un partido un poco condenado a
quedarse en la oposición. Entonces, sí, a nivel federal hay una oposición
verdadera, pero un poco débil. En Quebec no hay. La provincia de Quebec es de
partido único (ríe). Es otro problema. No hay mucha opción.
— A nivel
intelectual, ¿existe debate en Canadá? Porque en Argentina el wokismo impregnó
todas las estructuras en los últimos veinte años, sin debate ni refutación.
¿Cómo es la situación en Canadá? ¿Hay alguien que encarne este combate?
— Hay algunas
personalidades públicas, pero otro problema muy importante es la censura dentro
de las universidades, que están completamente controladas por la ideología
woke, y el financiamiento de las universidades depende de criterios
ideológicos. La investigación científica está completamente sometida. El dinero
de los contribuyentes sólo sive a los proyectos de la izquierda en las
universidades. Es un gran problema porque todo viene de ahí. Es muy jerárquico.
Toda la construcción de estas ideas viene de las universidades, y después bajan
hacia el pueblo. Tenemos que hacer una cierta limpieza de la universidad o no
tendremos realmente debate. De este tema tampoco se habla en los medios
tradicionales. En la pandemia, un investigador, un médico muy famoso, fue
cancelado y corrido de la universidad por criticar las vacunas para los niños.
Fue un caso muy famoso de censura en Canadá. Si no hay un cambio en la
universidad, no habrá cambio tampoco en la sociedad.
— Le quitaron la
licencia a Jordan Peterson.
— Muy buen ejemplo
también. La persecución de los profesionales por su propio colegio profesional.
Son organismos que controlan el discurso de sus miembros, médicos, psicólogos.
Es un gran problema.
— A Peterson le
querían prohibir tratar a pacientes.
— Lo quisieron
reeducar. Como el Khmer Rojo de Camboya. Hay varios casos. Una enfermera en
el Canadá inglés, perdió su empleo por decir que sólo hay dos sexos. Eso es
Canadá hoy. Es verdad, es real. Qué locura, ¿no?
— No estamos o no
estuvimos tan lejos de eso acá.
— Yo siento que
hay una mayor resistencia de la hispanidad, frente a todo esto.
— Tal vez porque
la Iglesia todavía tiene fuerza.
— ¿No ven como una
colonización ideológica la llegada del wokismo? Porque es un producto
anglosajón básicamente.
— Acá no llegó
como wokismo, mucha gente no sabe ni qué quiere decir. Vino bajo la etiqueta
del feminismo. En un país sin patriarcado estalló una ola que ya dura vairos
años. Inventaron la brecha salarial de género, crearon un gigantesco Ministerio
de la Mujer, con mil empleados, todo para promover el apartheid sexual.
— La
descolonización también, ¿no?
— Sí, la
iconoclasia. También el indigenismo, pero el indigenismo es anterior. Viene del
500 aniversario del descubrimiento de América. Ahí empezaron. El objetivo es
dividir.
— Es una ideología
que divide mucho. Se dice que es para lo que en francés llamamos “le vivre
ensemble”, es decir, el vivir juntos, pero es todo lo contrario.
— Todo lo
contrario. Es vivir unos contra otros.
— Es un estado de
segregación cultural.
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