Eduardo R. Cuvertino*
En la actualidad, la condición o estadio del embrión humano se debate en dos campos de acción bastante claros: el de la Biología y el del Derecho.
Hablar hoy sobre el embrión humano no se trata sólo del doloroso problema del aborto, sino que se ha llevado el debate hasta la “confrontación de la vida del feto con la vida de la madre”. Se ha trasladado hacia el campo del Derecho una confrontación que no existe en el campo biológico.
Es mayor la confusión si se interpreta que “salud reproductiva” es una estrategia para el tratamiento de un estado de enfermedad, cuando el objetivo debería ser acompañar una condición saludable del cuerpo.
Esas seudoimágenes (madre versus embrión) han confundido al ciudadano común, que observa al embrión como enemigo del bienestar y de la madre, cuando en realidad su presencia es expresión de salud entre ambos.
En este camino de tensiones confusas, aparecen, para la madre, las estrategias de la fertilización asistida, por un lado, y los productos e instrumentos anticonceptivos, por el otro. Una batalla despiadada en la que el embrión parece no contar, pues no se expresa públicamente. La pregunta es: ¿qué siente o que nos quiere decir el embrión humano?
Discursos disfrazados. Muchos discursos políticos disfrazados científicamente han propuesto teorías sofisticadas con el objeto de modelar un lenguaje que cubra desde lo legal un aspecto biológico que no se puede modificar. De esta manera, se habla de modo infundado del preembrión, del embrión precoz antes de los 15 días o de proembrión, el embrión hasta los ocho días, como señalando que en condiciones de precocidad, esa debilidad puede afectar menos al embrión. ¿Azotar a un niño es más justificable que castigar a un adulto?
Para la ciencia, el embrión no es un hombre en potencia. El embrión es un hombre en un estado de vida particular, que se desarrolla y avanza hasta el nacimiento, expresándose luego en diferentes actos biológicos de la vida y la procreación.
El conocimiento científico actual no puede objetar la naturaleza racional del embrión. Ningún ser humano que se precie de inteligente y prudente puede ignorar este acontecimiento de la Biología. Si así lo hiciera, caería en primitivos conceptos fetichistas y animosidad contra la libertad del hombre.
El embrión es un hombre que vendrá hombre. Jamás llegaría a ser tal si no lo ha sido desde antes. Ya no es la madre ni el padre: es un nuevo ser que se inicia desde la gestación misma y camina de manera decidida para expresarse y actuar con todas sus capacidades. Este camino es el mismo de muchos hombres y mujeres comunes, como también el de los genios de la ciencia, transformadores del mundo de hoy.
Está demostrado que el embrión siente, se mueve y su corazón late precozmente como se comprueba con los métodos de diagnóstico prenatal. El feto escucha, tiene sensaciones de dolor y alegría, juega en el vientre materno y se prepara para sus funciones vitales.
La ciencia reconoce que en el vientre materno, cada acontecimiento biológico de crecimiento es un escalón o estadio que depende estrictamente del anterior. Asimismo, en los embarazos múltiples, los primitivos pasos de diferenciación de dos o más seres no influyen en su individualidad y en sus posibilidades de desarrollo. Estas afirmaciones son inexcusables y los únicos que están eximidos de comprenderlas son los seres inanimados o inertes abióticos (sin inteligencia).
*Médico cirujano; cátedra de Diagnóstico por Imágenes de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC.
La Voz del Interior, 25-3-11
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