prosigue con campaña por derechos LGBT pese a contratiempos
Por Stefano
Gennarini, J.D.
La Alta Comisionada
de la ONU para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, no es alguien que
rehúya la polémica. Los estados miembros de la ONU se quejan repetidamente de
los intentos por convertir la orientación sexual y la identidad de género en
categorías del derecho internacional, pero Pillay se rehúsa a abandonar la idea
de hacer de esto una prioridad.
La Oficina del Alto
Comisionado para los Derechos Humanos (OACDH) continúa encabezando iniciativas
para hacer que los derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales y
transgénero (LGBT) sean derechos humanos. Los esfuerzos abarcan desde la
participación activa en la defensa de estos dentro del sistema de la ONU hasta
la difusión de publicaciones atractivas dirigidas a la gente, como la última
emitida, que se denomina «Nacidos libres e iguales: orientación sexual e
identidad de género en el derecho humano internacional».
Esta reciente edición
expone cinco «obligaciones jurídicas fundamentales de los estados con respecto
a la protección de los derechos humanos de las personas LGBT» a las que, según
la OACDH, los estados miembros de la ONU ya están sujetos. Ellas son: proteger
a los individuos de la violencia homofóbica y transfóbica; prevenir la tortura
y el trato cruel, inhumano y degradante de las personas LGBT; despenalizar la
homosexualidad; prohibir la discriminación basada en la orientación sexual y la
identidad de género; respetar la libertad de expresión, de asociación y de
reunión pacífica.
En el prólogo de la
publicación, Pillay reitera la afirmación de que el reconocimiento de la
orientación sexual y de la identidad de género en el derecho internacional no
requiere la creación de nuevos derechos.
No obstante, la OACDH
está exigiendo a los países que modifiquen sus leyes de manera sustancial.
Estos cambios incluyen, entre otros, que se deroguen las leyes que prohíben las
conductas sexuales de mutuo acuerdo entre adultos del mismo sexo, que se
establezcan grupos de trabajo sobre el delito y mecanismos de gestión de
registros para la violencia contra las
personas LGBT, que se creen categorías de asilo para las personas LGBT y que se
extiendan los beneficios de los que gozan las parejas casadas a aquellas entre
personas del mismo sexo.
La nueva
publicación, disponible en Internet
desde septiembre, vino justo después de un pésimo año para quienes promueven la
orientación sexual y la identidad de género en las Naciones Unidas.
La Asamblea General
de la ONU no consideró el tema el otoño pasado, durante la sesión plenaria, a
pesar de que la discusión de estos términos era característica de las sesiones
de años anteriores. De hecho, la Organización para la Cooperación Islámica (la
mayor organización internacional aparte de la ONU en sí) amonestó a Pillay por
utilizar dichos términos al rendir cuentas ante la Asamblea General el año
pasado.
Los diplomáticos de
países que adoptan valores y políticas sociales tradicionales rechazaron los
intentos de aprobación de una resolución de la Asamblea que reconocía nuevos
derechos para las personas LGBT durante la mayor parte de la década pasada.
Pero sus opositores lograron recabar el apoyo de la burocracia de la ONU, y, lo
que es más importante, del Secretario General y de la oficina de Pillay. Esto
significa que los derechos LGBT seguirán siendo puestos en conocimiento de los
delegados, aunque sólo sea por medios administrativos.
La presión de la
burocracia de la ONU, así como la de los países donantes ricos, puede ser
provechosa para quienes desean que se reconozca esta nueva categoría de no
discriminación. En 2008, cuando ambos lados se enfrentaron en la Asamblea
General de la ONU, 68 estados miembros estuvieron a favor de que se aceptara la
orientación sexual y la identidad de género, y 60 se opusieron a ello. Los 64
restantes todavía podrían marcar la diferencia.
Traducido por Luciana
María Palazzo de Castellano
NUEVA YORK, 19 de
octubre (C-FAM)
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