Por Mariana Iglesias
Esos ojazos celestes
multiplicados tienen un origen que merece ser contado. No solo por la paciencia
de los padres en buscarlos, sino también porque son una muestra cabal de lo que
puede hacer la ciencia. Esas bebas que sonríen son en parte producto de dos
óvulos que estuvieron congelados doce años. Mercedes y Guadalupe son
argentinas. Y también son un récord mundial: son las primeras mellizas que
nacen de óvulos que estuvieron en nitrógeno líquido 196 grados bajo cero
durante tanto tiempo.
…
En 2009 la llaman de
Halitus para recordarle que quedaban 7
óvulos... Y allí volvieron Mónica y Guillermo. Se formaron 5 embriones, se transfirieron 2, que están en la foto,
riendo. “La conclusión es que los óvulos congelados 12 años sirven”, dice
Pasqualini. Resalta que son producto de una mujer joven (entonces Mónica tenía
33 años).
diario7.com.ar/28-10-12
Recordar lo que enseña el Magisterio sobre el tema:
13. Son ciertamente
lícitas las intervenciones que tienen por finalidad remover los obstáculos que
impiden la fertilidad natural, como por ejemplo el tratamiento hormonal de la
infertilidad de origen gonádico, el tratamiento quirúrgico de una
endometriosis, la desobstrucción de las trompas o bien la restauración
microquirúrgica de su perviedad. Todas estas técnicas pueden ser consideradas
como auténticas terapias, en la medida en que, una vez superada la causa de la
infertilidad, los esposos pueden realizar actos conyugales con un resultado
procreador, sin que el médico tenga que interferir directamente en el acto
conyugal. Ninguna de estas técnicas reemplaza el acto conyugal, que es el único
digno de una procreación realmente responsable.
Para responder a las
expectativas de tantos matrimonios estériles, deseosos de tener un hijo, habría
que alentar, promover y facilitar con oportunas medidas legislativas el
procedimiento de adopción de los numerosos niños huérfanos, siempre necesitados
de un hogar doméstico para su adecuado desarrollo humano. Finalmente, hay que
observar que merecen ser estimuladas las investigaciones e inversiones
dedicadas a la prevención de la esterilidad.
Fecundación in vitro
y eliminación voluntaria de embriones
14. La Instrucción Donum
vitæ puso en evidencia que la fecundación in vitro comporta muy frecuentemente
la eliminación voluntaria de embriones. Algunos han pensado que ese hecho se
debía al uso de una técnica aún parcialmente imperfecta. En cambio, la
experiencia posterior ha demostrado que todas las técnicas de fecundación in
vitro se desarrollan de hecho como si el embrión humano fuera un simple cúmulo
de células que se usan, se seleccionan y se descartan.
Es verdad que
alrededor de un tercio de las mujeres que recurren a la procreación artificial
llegan a tener un niño. Sin embargo, hay que notar que, considerando la
relación entre el número total de embriones producidos y el de los
efectivamente nacidos, el número de embriones sacrificados es altísimo. Los
especialistas de las técnicas de fecundación in vitro aceptan estas pérdidas
como el precio que hay que pagar para conseguir resultados positivos. En
realidad es extremadamente preocupante que la investigación en este campo se
dirija sobre todo a conseguir mejores resultados en términos de porcentaje de
niños nacidos respecto al número de mujeres que inician el tratamiento, pero no
parece efectivamente interesada en el derecho a la vida de cada embrión.
15. Se objeta a
menudo que, la mayoría de las veces, las pérdidas de embriones serían
preterintencionales, o que incluso se producirían contra la voluntad de padres
y médicos. Se afirma que se trataría de riesgos no muy diferentes de los
relacionados con el proceso natural de generación, y que querer transmitir la
vida sin correr ningún riesgo llevaría de hecho a abstenerse de hacerlo. Pero
si es verdad que en el ámbito de la procreación in vitro no todas las pérdidas
de embriones tienen la misma relación con la voluntad de los sujetos interesados,
también lo es que en muchos casos el abandono, la destrucción o las pérdidas de
embriones son previstas e intencionales.
Los embriones
defectuosos, producidos in vitro, son directamente descartados. Son cada vez
más frecuentes los casos de parejas no estériles que recurren a las técnicas de
procreación artificial con el único objetivo de poder hacer una selección
genética de sus hijos. En muchos países, es praxis común estimular el ciclo
femenino en orden a obtener un alto número de óvulos que son fecundados. Entre los embriones obtenidos, un cierto
número es transferido al seno materno, mientras los demás se congelan para
posibles intervenciones reproductivas futuras. El fin de la transferencia
múltiple es asegurar, dentro de lo posible, la implantación de al menos un
embrión. El medio empleado para lograr este objetivo es la utilización de un
número mayor de embriones con respecto al hijo deseado, previendo que algunos
se pierdan y que, en todo caso, se evite un embarazo múltiple. De este modo la
técnica de la transferencia múltiple lleva de hecho a un trato puramente
instrumental de los embriones. Impresiona el hecho de que tanto la deontología
profesional más elemental como las autoridades sanitarias jamás admitirían en
ningún otro ámbito de la medicina una técnica con una tasa global tan alta de
resultados negativos y fatales. En realidad, las técnicas de fecundación in
vitro se aceptan porque existe la presuposición de que el embrión no merece
pleno respeto cuando está en competición con un deseo que hay que satisfacer.
Esta triste realidad,
a menudo silenciada, es del todo deplorable, en cuánto «las distintas técnicas
de reproducción artificial, que parecerían puestas al servicio de la vida y que
son practicadas no pocas veces con esta intención, en realidad dan pie a nuevos
atentados contra la vida».
Instrucción Dignitas personae, Congregación para la Doctrina de la Fe , Aprobada por Benedicto XVI,
y promulgada el 8-9-2008.
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