viernes, 6 de marzo de 2009

Padres denuncian libro de educación sexual


Análisis del libro “El fogón de las palabras”, de Analía Ghío, Ed. San Pablo

El análisis del libro seguramente no será ordenado, porque desconocemos las técnicas para realizar dicho trabajo. El objeto es sólo dejar al descubierto la maldad y perversidad con que la autora intenta adoctrinar a los adolescentes y que nosotros, como padres, no estamos dispuestos a aceptar.

El libro es absolutamente relativista: “no hay leyes que puedan pautarse” (p.42), con un lenguaje muy pobre, con muchas expresiones burdas, con descripciones pornográficas, carente totalmente de rigor científico-ético-moral-humanista. Hace una mezcla muy extraña (y sacada de contexto) de alguna cita bíblica, un pensamiento de Sto.Tomás de Aquino y del pensamiento relativista y permisivo actual. En lo teológico también tiene errores. Para nombrar algunos: equipara “Dios a la Madre Naturaleza” (p. 31), iguala la caricia erótica al actuar de Jesús (p. 50)

Mantiene un mutismo total de las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia, así como de la ética y la moral natural. En ningún momento se hace referencia a la castidad (ni siquiera se la nombra), a la opción del celibato, a la necesidad de dominar y encauzar las potencias sexuales.

Se excluye totalmente la visión completa y armoniosa de la intimidad física exclusiva de los esposos, donde en un acto de donación total y recíproca, expresan su amor plenamente humano, fiel, exclusivo, total, y fecundo. Donde es necesario que para mantener intacto su significado no se puede romper los fines (unitivo y procreador) del acto sexual esponsal.

Lo único positivo es que está en contra del aborto (bajo ciertas circunstancias, porque no aclara que tanto anticonceptivos como “píldora del después” son abortivas).

Detallo algunos aspectos a los que agrego algunos párrafos textuales que resultan sumamente elocuentes.

Ser persona: presupone la identidad sexual como una construcción socio-cultural.

Se trata a la persona exclusivamente a nivel corporal y sensitiva, tronchando la verdadera dimensión personal: cuerpo – inteligencia (voluntad)- espíritu. Por ende al desconocer la inteligencia (voluntad) presupone un cuerpo incapaz de dominar sus deseos ordenándolos de acuerdo a una recta jerarquía de valores. No se habla en ningún momento la educación de la voluntad, de la dimensión espiritual de la persona, del proyecto que Dios tiene pensado para cada uno, de la aceptación de esa Voluntad Amorosa actuando en consecuencia.

No se habla en ningún momento de leyes morales objetivas que el joven puede y debe respetar. Por el contrario las ridiculiza refiriéndose a ellas como “pavadas” (p.44), o por el contrario retuerce el mensaje evangélico (p.40) como modo de justificar la inmoralidad y el pecado.

Diferencias varón – mujer: al desconocer la verdadera dimensión personal, sólo hace referencia a lo físico (placentero e higienista). No se habla de la complementariedad de los sexos (física, psíquica, espiritual, religiosa, emocional). Es ambiguo el mensaje porque el ser varón / mujer “no son leyes universales” por lo tanto “la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad y la transexualidad” son “gustos sexuales diferentes” (p.62)y que con esto logran “ser verdaderamente ellos mismos” (p.39) y tienen “derecho de elegir como gozar de la vida” (p.39). “Nadie puede obligar a que un varón elija a una mujer y viceversa, aludiendo a que siempre ha sido así, que es lo “normal””(p.41)

Pudor: se burla del pudor. Lo considera puritano, inútil y antiguo (p.32), desconociendo el verdadero sentido del mismo. Atenta contra el pudor con el lenguaje y las descripciones que incitan (y excitan) al lector.

Intimidad sexual: se da por hecho que todos los adolescentes pueden y deben tener actividad sexual, porque es la manera de expresar su amor. El único límite que reconoce es el “mutuo consentimiento”. En cuanto a la manera de realizar el acto sexual enseña y justifica:

-sexo anal: entre personas del mismo o distinto sexo (p.60) como “una forma más de placer”.

-sexo oral: “el placer que siente una persona en su boca no puede quedar excluido dentro de la relación sexual, y esto es lo que la impulsa a utilizar dicha cavidad besando, chupando o mordiendo....labios, espalda, pene, testículos, brazos, clítoris,,,,” (p.56).

-masturbación: (masculina/femenina) “es una forma de caricia autorrealizada, altamente placentera” (p.45).Enseña como realizarla “sería bueno que si sos mujer, abras los labios de la vulva y ubiques el clítoris” (p.86), el que “parece una central hidroeléctrica que enciende más de una lamparita” (p.86). Niega los efectos negativos de esta práctica “me tienen podrida con esas pavadas” (p.44). En la moralidad lo coloca al mismo nivel el placer masturbatorio del placer de escuchar música.

Uso de anticonceptivos: alienta el uso del preservativo “como único medio para prevenir el SIDA” (p.126), y el uso de pastillas anticonceptivas bajo el mentiroso mensaje de responsabilidad (p.126).

-artículos de sex-shop: describe los mismos (penes de goma-consoladores, muñecas inflables, geles, vibradores, etc) (p.118) y expresa que son modos “diferentes” de “construír espacios de libertad, respeto y responsabilidad”(p.119) en pareja.

-Onanismo: “en la libertad de cada pareja, pueden elegirse otros caminos, como eyacular fuera del cuerpo femenino, sobre diferentes partes de dicho cuerpo o en otros espacios” (p.81)

-Virginidad: presupone la existencia únicamente de la “virginidad psíquica o espiritual es la única importante” (p.82) que significa: “caminos que decidimos no transitar, porque no nos interesa caminar con esas personas o en esas condiciones” (p.82). En otro párrafo dice “la sexualidad no está directamente unida al matrimonio como ocurrió en otras épocas” (p.119).

A modo de conclusión podemos decir que la autora “presume” de católica, amiga de los adolescentes y con ganas de ayudarlos. Pero en realidad no es católica (contradice las enseñanzas de Cristo y de Su Iglesia), no ama a los jóvenes porque sólo los justifica y en el colmo del cinismo alienta las perversiones que solo los adultos son capaces de imaginar y los hunde en un uso desenfrenado y hedonista de la sexualidad, que los embota, los reduce como personas al nivel de sujetos-objetos de placer, colocando su vida al borde del abismo y del vacío existencial.





















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